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140 Adosada al Santuario se encuentra la casa del Capellán que guarda el edificio y está encargado de fomentar el culto de la Vir– gen. Esta casa es de dos pisos. Su interior lo constituyen: un patio enmarcado entre el muro de la Iglesia y los corredores de la planta baja; en seguida hay un hermoso jardinci ll o en el que alternan las rosas con los claveles y el tomillo, y más allá un estanque de lim– pias y abundantes aguas. Hacia la izquierda del jardincillo se en– cuentra una huertecita, donde crecen algunas hortalizas, entre mul- :1_1 ■ 1 1 1 1 Sontuario de Nuestra S efiora de. la Peíia titud de hierbas parásitas, y un poco más allá, un ameno prado, cubierto siempre de tupida y verde g rama . Detrás de los linderos del edificio se levantan varias colinas cubiertas de arbustos y mato– rrales floridos, que ostentan la eterna prima vera de la zona intertro– pical, y por último, se yerguen altivos y abruptos los peñascos que forman la serranía de Guadalupe, muy semejante a la española sie– rra de Guadarrama . Al pie del cerro, y desde la suave pendiente, se extiende la ciu– dad con el obscuro del mar, de sus tejados, sus jardines y sus par– ques, las cúpulas de los templos, las azoteas de los palacios, las chimeneas de sus fábricas y las torres de las Iglesias parroquiales. Más allá, la sabana, como tapiz tendido bajo los pies de un trono, y por fin la inmensa comba del cielo, siempre azul, y el vago perfil de ' las lejanas cordilleras.

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