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BIENVENIDO DE ARBEIZA el Gobernador de Carolinas Fernández de Córdoba, quien con falsos y supuestos pretextos consiguió salieran de Ponapé los PP. Segismundo de Gandía y Bernardo de Sarriá 2 • Sobrevinieron no pocas dificultades a causa de la cam– paña antirreligiosa y antiespañola de los misioneros meto– distas americanos ,{. También fue un gran contratiempo para la m1s10n la sa– lida de Carolinas de los PP. Bernardo de Sarriá y Segismun– do del Real de Gandía los cuales (según rezaba el oficio del Gobernador de Ponapé de r8 de noviembre de 1898) eran llamados por el Gobernador de Filipinas, para informarle detalladamente sobre el estado belicoso de las tribus de Ca- 2. Por entonces también tuvo lugar otro incidente ruidoso que causó no poca desazón a los misioneros. El Sr. Gobernador era hombre suma– mente irascible de carácter apasionado y violento, rayando a vecf.'s en lo anormal. Sucedió pues que un día vino a su oficina el P. José de Tirapu encargado del barrio de Auac, donde según noticias y según la informa– ción verídica e imparcial del misionero, se estaba preparando un complot contra los españoles. El Gobernador se fue poniendo cada vez más ner– vioso y por fin ordenó al Padre que de ningún modo volviera a dicho barrio; insistió el Padre que su puesto era el barrio de Auac, mientras l:l Superior no dispusiera otra cosa. Molestóse no poco con esto el Go– bernador y en un momento de cólera, arrojó violentamente contra el misionero lo primero que a mano hubo, que fue un voluminoso tintero, el cual vino a dar en la cabeza del P. José; retiróse éste al convento y todos los misioneros resolvieron no decir nada a nadie; pero .:: pesar de ello, pronto corrió por la eolonia la noticia del escandaloso incidente. El Gobernador que, a pesar de su carácter violento, era buen cristiano, fue informado oficialmente de estar incurso en Excomunión, hizo J.Js mayores extremos de dolor y arrepentimiento, pidió humildemente perdón al ofendido; y, por fin, siguiendo las instrucciones de la autoridad ec,e– siástica competente, fue absuelto de la excomunión en la capilla de Pona– pé por el P. Bernardo de Sarriá. Y si antes causó tanto revuelo y es– cándolo la noticia de su falta, ahora en cambio produjo muy buena im– presión su rendida humildad y cumplido arrepentimiento. 3. El jefe de la misión protestante Mr. Doanne había sido expulsa– do en 1887. 82

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