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IV LA SANTA INFANCIA Y ASILO DE ANCIANOS E n el amor mutuo que os tengáis, conocerá el mundo que sois mis discípulos . Así dijo Jesús. Y cada día, en las Misiones, el mundo mira, asombrado, por los ojos enigmáticos de los paganos, la verdad del consejo de Je– sús en sus fieles . Donde hay dolor, allí está la mano aca– riciante del enviado de Jesucristo. La ola del dolor ha anegado la región apartada del Kansu, y con intensidad extraordinaria. Antes, me decía en cierta ocasión un antiguo cris– tiano: Aquí en Kansu, no existía la horrible costumbre de exponer a las criaturas. . . Hoy debido sin duda a las calamidades que afligen al Kansu esta última veintena de años, son muy frecuentes los casos de abandonar las criaturitas: unas luego de nacer, otras ya de edad mayor. La M;sión ha recogido cuantas le ha sido posible, y se estableció ya desde un principio la Santa Infancia que está al cuidado de las Religiosas Misioneras. Desde la fundación de la Santa Infancia en nuestra Misión, varios cientos de niños y niñas abandonados, han hallado nuevas madres en las 1-;ermanas Misioneras. Unas de esas niñas, cuidadas e instruídas, son ya excelentes catequistas; otras han formado familias cristianas; no fal-

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