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mida es el den al alma quP ambiciona dar al mundo pregón de tu grandeza; nada Pl mismo arte al pecho que blasona cantar tus glorias de inmortal' belleza. Nada es: mas oye el cántico de gloria con que hoy cplehro tu triunfal victoria. Cuando a tí miro y torno el pensamientn a contemplar del mundo la hermosura, el aura suave, el murmurar del viento, las vagas nieblas de la noche oscura, los astros mil del ancho firmamento, su inmensa, azul, fulgente vestidura son para mí raudal de poesía, qué me inspiran mil versos, oh María. Tanta es, oh Virgen, tu belleza es tanta, que el mismo sol desde el rosado oriente, cnando su curso en majestad levanta, va mendigando rayos a tu frente, y busca en pos tu inmaculada planta la hermosa luna para ser luciente prana a tus pies, y todas las estrellai;_ quieren seguir tus divinales huellas. Copian de tí los místicos yergeles su amenidad, las perfumadas flores de tí matizan lirios y cJayeles; mariposas, abejas, ruiseñores, ora liban tus néctares y mieles, ONl rantando tu beldad y amores -103 -

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