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abundantes datos y gran .número de :interesantes y densas cartas del siervo de Dios, para llenar cumplidamente el objeto acariciado. «Mis padres, escribe don José, eran y pocedían de famil~as pro– fundamente cristianas e inculcaron a sus hijos los principios básicos de la religión católica, educándonos s.iempre dentro de la más es– tricta moral y de los deberes religiosos. Fernando fué el hermano mayor... , y tengo la impresión de que mis padres lo miraban como hijo predilecto, no sólo por ser el mayor de todos y haber demos– trado desde muy joven una intel~gencia precoz, sino también por su docilidad, su aplicación a los estudios, sus. buenos sentimientos y su religiosidad.>> (José Olmedo.) Durante su vida de seglar, según él escribi·rá más tarde, ya reli– gioso, no sólo no dió ningún disgusto a sus padres, sino que és.tos se sentían or1g:ullosos y satisfechos de tener un hijo tan bu~mo y apli– cado. Con sus hermanos fué siempre cariñoso, prodigándoles conse– jos y dándoles buen ejemplo en todos los actos de su vida; y a pesar de seguir carrera mayor, y los otros hermanos no pasar del bachi– llerato, dedicados después. al comercjo de su padre, nunca discrepó del modo de pensar de ellos ni sintió la más leve vanidad por su carrera, sino que vivió siempre muy unido y compenetrado con todos. <<Estudiaba el siervo de Dios tercer afio de bachillerato, y como por la mañ.ana entre clase y clase mediaba el tiempo necesario para oír una misa, Fernando y otros dos estudiantes aprovechaban la coyuntura y todos los días se dirigían a la parroquia de Salomé para asist}r al divino Sacrificio. Enterados otros condiscípulos, cier– tamente menos devotos, fueron a su encuentro, acercáronse a la puerta de la iglesia, formaron con sus. brazos una especie de arco para que por debajo pasaran los tres estudiantes ejemplares, ento– nando al mismo tiempo cánticos en tono de difuntos, repitiendo la faena varios dias consecutivos. Uno de los asistentes a la santa misa se acobardó y no volvió más desde la primera burla. Pero el otro y Fernando continuaron tranquilamente asistiendo, hasta que se can– saron los indevotos burlones y los dejaron en paz.» (Antonio Eleí– cegui.) «T·erminado felizmente el bachillerato con las mayores califica– ciones, diplomas y premios, siguió en su ciudad natal la carrera de leyes, alcanzando la licenciatura el 25 de junto de 1892 con la nota de sobresaliente. Después de obtenido el titulo de abogado marchó a la capital de la nación, donde permaneció un año más para con– quistar la borla del doctorado, como efectivamente la consiguió con la ambicionada nota de sobresaliente» (José Olmedo.) 76

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