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venia p¡diéndoselo a San Antonio, y el santo se lo concedió.» (Padre Hontoria.) Las víctimas asesinadas .el día 14 de agosto por las hordas salvajes no podían relegarse al olvido, y no se han relegado. En el cementerio de Jove, pegadas a la tapia donde fueron fusilados aquel dia tantos presos, se fijaron cuatro grandes lápidas de mármol con los nombres de los sacrificados. En la segunda lápida están grabados los de los Capuchtnos ejecutados, entre los cuales se halla también el del padre Arcángel de Valdavida. Los padres Jesuitas de Gijón colocaron igualmente en el atrio de su iglesia «la iglesiona», otras varias lápidas con los nombres de cuan– tos asesinados, habían estado antes presos en su Residencia o en la Iglesia. Aquí aparecen igualmente los nombres de los Capuchinos. Además, los padres Ca<puchinos han descubierto otra tercera lá– pida en una de las columnas del lado izquierdo de la propia iglesia, con los ;nombres de los siete religiosos que pertenecieron a aquena Comunidad y que sucumbieron en diferentes fechas, pero dentro de la diócesis y provincia de Oviedo, durante la persecución religiosa. La memoria del padre Arcángel perdura no solamente en el már– mol, sino en los corazones de muchas personas agradecidas a los ser– vicios que en vida les prestó como confesor y ct¡rector de almas, y por los favores o gracias que, según dicen, les ha alcanzado después de su martirio. «Nos regaló una medalla a cada una, y la conservamos como una verdadera reliquia, porque conceptuamos al padre Arcángel verda– dero santo y mártir. Yo declaro además que le encomiendo todas las necesidades y he experimentado su protección., (Mcuría Velasco.) «Conservo del padre Arcángel unas pocas cartas y unas normas de vida espiritual, escritas de su puño y letra, no obstante su ceguera; y las estimo de tal suerte, que por nada quistera desprenderme de ellas., (Asunción Palacios.) «Estoy firmemente persuadida de que ha protegido desde el cielo a mi familia, e.gpecialmente a mis hijos, a quienes yo encomendaba a Dios por su intercesión. Ellos fueron primeramente muy perseguidos por los rojos·. Después fueron a la guerra, y ning.uno perdió la vida. Indudablemente que fué grato y piadoso recuerdo y a él me enco– miendo.» (María de Paraja.) Habida cuenta de las circunstancias de la muerte del padre Ar– cángel, y de la de sus compañeros C~puchinos, se intentó dar los pasos conducentes a la introducción del proceso de beatificación, los cuales no defraudaron las concebidas esperanzas, y el dia 10 de marzo del año 1953 se introdujo dicho proceso en la Curia Episcopal de Oviedo. Tras las declaraciones de no pocos testigos ante el Tli- 62

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