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edificios de la capital... ¡Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen! »Todas estas cosas no han de atemortzarnos, no; por el contrario, deben animarnos a s-er más y más fieles a Jesús. ¿Sufrimos? ¿Somos perseguidos? Recordemos y meditemos aquellas palabras que dijo Nuestro Señor Jesucristo y se hallan consignadas en el Santo Evan– gelio: «Si os odian, sabed que antes que a vosotros me han odiado a Mí; si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que es suyo; pero como no sois del mundo, pues Yo os entresaqué de él; por eso os aborrecen.» »Amadísima hermanita mía: Alégrense nuestros corazones al es– cuchar estas consoladoras palabras. Nos aborrecen, nos odian, nos P€rsiguen porque no les pertenecemos, porque somos enteramente de Jesús. Si, somos y estamos resueltamente firmes a derramar nues– tra sangre toda antes de dejar de serlo. Aprestémonos, pues, can– sima hermanita, a luchar por Jesús y por Maria; y si algún día (aunque indignos de tal dicha) reclama nuestra vida en prueba de nuestro amor démosela gustosos que, sin duda, ya nos ayudará Nuestro Señor.» VI El 20 de tuzto.-Se descuelga por una ventana.-Deseos de contesarse.-En la C{.Zlle de la Verónica.-Devoto programa. No es necesario repetir el asalto al convento de Jesús de Me– dinaceli, porque ya se ha d~crtto -en páginas dedicadas a otros siervos de Dios. Aquí solamente es de advertir que fray Saturnino no abandonó el convento el día 20 de julio, sino que con otros dos hermanos se quedó en él hasta el dia 21, en que era de todo punto imposible continuar, porque, asaltado el lugar santo, en él hubiera sido asesinado. Y como las puertas estaban ya toc;las tomadas, va– liéndose de- una cuerda pudo descolg.arse por una ventana a las ca– sas inmediatas, pasando aquella noche en la de un bienhechor. Al día siguiente se fué al domicilio de unos parientes próximos, en donde permaneció alrededor de quince días. En aquel refugio llevó una vida ejemplarisima y manifestó grandes deseos de confe– sarse, deseos que le fué imposible satisfacer, porque, desconectado como quedó en su salida con los otros religiosos del convento de Jesús, aunque salió de la casa acompañado de otras dos personas, no pudieron dar con ningún ministro del Señor. 381

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