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rido de dicha hermana, y un matrimonio, paisano suyo, ella prima del siervo de Dios. Los primos se hacen lenguas de su comportamiento du– rante la permanencia en su compañía, y lo propio hace el cuñado. "El padre Ramiro se portó en nuestra casa, escribe su prima, como un ver– dadero santo. Se metía en su habitación y allí rezaba. Durante ese tiempo nunca salió de casa. Jamás habló mal de los perseguidores. En ¡a casa de refugio de sus deudos, ellos se disgustaban algunas veces por la situa– ción en que se encontraban por causa de la guerra, mas el siervo de Dios permanecía siempre tranquilo y sereno. Y cuando la dueña tenía que ir a las colas para conseguir alimentos, le dejaba a él encargado de la casa y de la cocina, diciéndol~ que se fuera tranquila, porque él cui– daba de todo, haciéndolo con gran cuidado e interés. Muchas veces du– rante el día se retiraba a su habitación y allí hacía sus rezos y oración. Los deudos del siervo de Dios, y muy especialmente su cuñado don Cayetano Moreda, hicieron lo posible para que no fuera descubierta la personalidad del Padre, porque sabían lo peligroso que era para la vida del mismo. Hizo el cuñado las gestiones pertinentes para conseguirle una cédula personal con una profesión no comprometedora, pero fue grande su sorpresa y amargura al ver en la cédula su condición de reli– gioso, cuando fue a recogerla, indudablemente que por la ficha que en la Dirección de Seguridad poseían con los dos nombres: el civil y el religioso. Nos ha referido su cuñado que, al afear más tarde su comporta– miento a uno de los que le detuvieron, él respondió: "Date por satis– fecho que hayan pegado al fraile cuatro tiros y haber quedado vosotros libres." 248

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