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una fotografia suya, y ante ella rezo, encomendándole mis necesi– dades, ta,nto espirituales como te;mporales, porque le conceptúo un verdadero santo y un verdadero mártir, que sucumbió por ser reli– gioso y por no haber querido huir a Bilbao para no dejar abando– nados a lqs estudiantes Capuchinos diseminados por estos pueblos, a causa de la expulsión del convento, a quienes cuidó con la abne– gación y solicitud de la más solícita de las madres.» (Julia Chautón de Ballesteros.) «Yo conceptuaba al padre Miguel como un santo; muy obser– vante de las leyes y laudables costumbres de la Orden, sirviendo de ejemplo ~ los demás. Después de las últimas oraciones de la noche, rezadas por la comunidad, se quedaba habitualmente el padre Miguel largo rato ante el Santísimo Sacramento orando devotamente, como pude observarlo y lo notaron también otros coristas, que de pro– pósito nos quedábamos para observarle ... La Eucaristía era su de– voción especialisima; él la cultivaba con todo esméro ... Estuve en– car.g.ado de la parroquia de Cícero (Santander) después de su muerte, y puedo afirmar que las gentes de estos contornos le tenian por santo. El mismo día del traslado hubo personas que me pidieron a mí que abnera la caja que contenía los restos, y, abierta la de made– ra, tocaban rosarios y otros objetos piadosos y pañuelos. Después también vi personas hincadas de rodillas junto al lugar de su reposo, orando devotamente.» (Padre Balbino de Villademor.) «Por mi cargo de encargado de la parroquia de Cícero he tenido la ocasión de tratar a los vecinos de esta parroquia, entre los cua– les estuvo algún tiempo el padre Miguel, después que fueron expul– sados los religiosos del· convento por el Frente Popular. Una admi– ración que llega a veneración es lo que sienten hacia el padre Miguel, sobre todo aquellos que más de cerca le trataron. Algunos se encomiendan a éL» (Padre Eduardo de Boadilla.) «A cuantos r~ligiosos he oído hablar del padr·e Miguel, todos son unánimes en reconocerlo como religioso ejemplarísimo y santo.» (Padre Angel de Sanzoles.) «Siempre observé en él una conducta sumamente edificante, y no recuerdo haberle sorprendido jamás en cosa alguna que estuvie– ra en desacuerdo con su profesión de religioso y de Franciscano Ca– puc'J1ino... Siempre he encontrado inmejorable la opinión de los demás religiosos respecto al padre Miguel, lo mismo tratándose de alumnos suyos que de otros religiosos compañeros de comunidad. Cuando en León nos enteramos de su muerte, todos admitíamos como la cosa más natural el que hubiera te·rminado su c-arrera como un verdad-ero mártir de Cli&to.» ('Padre Eusebio de Pesquera.) No pretendo en modo alguno asegurar que al siervo de Dios se le 196

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