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últimos días del mes de dictembre del año 1939, tercer aniversario del martirio, poco a poco se fueron extrayendo los cadáveres y colocán– dolos en la cripta de la capilla de Ciriego para que los deudos pu– dieran reconocerlos: eran ciento sesenta. ~con objeto de identificar al padre Ambrosio, nos dirigimos a la cripta el padre José Maria de Chana, Provincial en aquella fecha; un servidor, que desempeñaba el cargo de Superior del convento, y dos caballeros. Llegados al cementerio nos acompañó el señor cape– llán, y como la cripta estaba oscura, llevaba una linterna el señor capellán. Fuimos recorriendo cadáver~. cuando en un momento dado dijo el padre José María a don Tomás Soto: «Deténgase, don Tomás; éste es nuestro padre Ambrosio.~ Tenia todas las facciones de la cara perf·ectas y clarisimas; no podía haber duda alguna. A mayor abundamiento, examinamos la marca de los calzoncillos: eran dos letras grandes encarnadas y los calzoncillos largos. Dijo enton– ces don Tomás: c:Ahora no usa nadte así los calzoncillos ni tampoco lleva nadie la marca con esas letras tan g.randes; ésas son letras de convento y no hechas por mujer alguna.> En efecto, las letras. casi de una cuarta de largas, eran: «A. S.» (Ambrosio de Santtbá– ñ.ez ). También uno de los caballeros indicó que los zapatos eran los que llevaba el padre Ambrosio en vida. Está, por consiguiente, ple– namente reconocida la autenticidad del cuerpo o cadáver del padre Ambrosio de Santibáñez. ~Celebrados solemnisimos funerales en la iglesia de Maliaño el día 28 de diciembre, presentes todos los cadáveres, cada uno en su caja, fueron trasladados a la catedral de Santander, celebrándose otro imponente funeral, terminado el cual fueron todos inhumados en la cripta de la catedral. El nicho en el que reposan los restos del padre Ambrosio lleva el número 51, y rodea la caja un cordón será– fico colocado en ella por una persona devota. Una losa de mármol, colocada en la parte frontal de la mesa del altar lateral de la dere– cha, registra los nombres de todos los alli sepultados; es decir, de los ciento sesenta martirizados, encontrándose entre ellos el padre Ambrosio de Santibáñez.» (P(Ldre Eugenio de Villamañán.) «Cuando la exhumación estaba yo en Santander, y fui a Ciriego con el padre guardián de aqui para identificarle. Allí estaban dos largas filas de cadáveres, que fuimos viendo, acompañados de don Tomás Soto, capellán del cementerio, que alumbraba con una lin– terna. Al llegar al del padre Ambrosio le reconocí con toda certeza, porque conservaba completamente las facciones de la cara, sin bar– ba, pero con todo el parecido conservado. Por añadidura, miramos su ropa interior, y vimos en los calzoncillos, marcadas en rojo, las 1etras cA. s.~ . que yo recorté y llevé a la Curta Provincial de Madrid, 173

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