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que hubiera necesidad de mandárselo.> (Antonio González y Gon– zález.) De pequeño frecuentó la escuela primaria del pueblo, en donde aprendió las primeras letras. Después, por insinuación de su padre.. que le quería sacerdote secular, inició los estudios del latin y huma– nidades en el Seminario menor de San Féliz de Torio. Por aquel tiempo «•predicó una Misión en nuestro pueblo un padre Ca;puchino, y tan prendados quedamos de él, tanto mi primo Mi– guel como yo, que pedimos el ingreso en la Orden Capuchina, cuando apenas habiamos cursado dos años de humanidades. Al poco tiemJ)O> nos encontrábamos en el Convento Noviciado de Bilbao, en donde vestimos el santo hábito e iniciamos el año de probación el dia 31 de julio del año 1899> (P. Diego de Palazuelo). El nuevo novicio tomó el nombre de fray Andrés de Palazuelo, nombre con el cual le cono– ceremos desde ahora en adelante. (Acta de vestición.) El Siervo de Dios, durante el año de formación se portó ejemplar– mente, sin que necesita•ra ser amonestado o especialmente corregido. Así lo advirtió también la Comunidad, ya que en las votaciones para ser admitido o rechazado a la profesión, tuvo todos los votos favora– bles. De aquí, que el d1a 31 de julio del año 1900 se ligara a la Orden con la profesión religiosa simple, prometiendo guardar la Regla Se– ráfica y los Consejos Evangélicos. (Estadística oficial de la Pro– vincia.) II En los Seminarios mayores de la Orden.-Ministro del Señor.-Maestro o Lector de estudiantes. Hecha la profesión fué enviado el recién profeso a los Semina– rios mayores de Fuenterrab1a y de León. En el primero continuó los estudios de latín y humanidades, cursando después tres años: de filosofía y letras. All1 se unió sin ningún contratiempo definiti– vamente al Señor, por medio de la profesión de votos solemnes rea– lizada el dia 2 de agosto de 1903. Terminadas felizmente y con no común aprovechamiento las disciplinas filosóficas fué trasladado al Convento de León para estudiar la Sagrada Teologia, ciencias afines y auxiliares de la misma. Tenemos a la vista las notas o ca– lificaciones alcanzadas, tanto en aplicación y en la ciencia como en su conducta y vida religiosa; y ante ellas no podemos menos de– ponderar la c31pac1dad para el estudio, la aplicación al cumplimien– to del deber y la ejemplaridad de vida que fray Andrés observó du– rante toda la carrera eclesiástica. Siempre tuvo los puntos sufici-en– tes para la calüicación de cmeritlssimus» en ciencia, y cuatro puntos 14

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