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padr-e Ildefonso ingxe~ó en la Orden ya sacerdote y tuvo una voca– ción resuelta, decidida y a toda prueba; lo pude comprobar aun en el santo noviciado, ya que siendo él novicio era yo vicemaestro.~ (Padre Pacífico de Mellanzos.) Por otra parte, reunida la comun~dad en tres ocasiones para votar a favor o ·en eontra, obtuvo todos los votos favorables en orden a la profesión. De aquí que, concluido felizmente el afio de prueba, emi– tiera los votos religiosos el 31 de mayo del afio 1903. (Acta de pro– fesión.) Después de su consagración al Señor fué destinado a los Colegios Mayores de la Orden para repasar las ciencias filosóficas y teológi– cas durante tres años, ya que en ese lapso de tiempo no podía habi– tualmente ejercer el santo apostolado, porque asi lo disponen leyes {le la Orden. Terminado el tñenio de relativo reposo y retraimiento del ·mundo, se consagró definitivamente a Dios, mediante la profe– sión solemne, efectuada el 3 de junio de 1906. (Acta de profesión solemne.) Cumplido el tiempo de adaptación a las leyes y espíritu de la Orden, fué destinado el siervo de Dios al convento de Fuenterrabía para regentar la cátedra de latin y humanidades. Alli permaneció hasta el año de 1910, en que los Superiores le trasladaron al colegio de Montehano como vicerrector del mismo y profesor de las asig– naturas ya mencionadas. (Estadistica oficial de la Provincia.) Buen religioso era el padre Ildefonso; pero de carácter duro y naturalmente rig_ido, aunque dotado de seráfica caridad. «Yo fui su discípulo. Era el padre Armellada buen religioso, ejemplar para todos y especialmente para los estudiantes, y muy observante de las leyes de la Orden, obediente y sumiso a los Superiores. Como director y profesor cumpUó con su deber.» (Padre Eladio de Cegoñal.) «Fué siempre muy observante, austero, obediente, ejemplar; re– ligioso completo.~ «En todo momento le conceptué como buen reli– gjoso, observante, austero, alejado de discusiones 'POlíticas y consa– grado enteramente a Dios Nuestro Señor y al ministerio de la salva– eión de las almas.~ (Padre Manuel de Hontoria.) Cuando el padre Ildefonso ·era vicerrector del colegio de Monteha– no le ocurrió determinada gractosa anécdota que confirma la dura corteza de su carácter; es del tenor siguiente: Un estudiante, dis– cípulo suyo, le presentó una composición o discurso para que la examinara, y, obten1da la aprobación, recitarla ante la comunidad. No sé lo que encontró el padre en la composición, ni qué dijo al estudiante, ni tampoco qué respondió éste al vicerrector. Lo que sí es cierto que, algún tanto ceñudo y malhumorado, dijo al novel orador: c¿Quiere el vestido de seglar?~ Dicha pregunta equivalía a 107

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