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78 A."t:ARJO .\llSIOSAL de 1565. Bajo su soberanía permanecieron hasta el año 1899 en que pasaron al protectorado de los Estados Unidos de América. Gracias a su prudencia Legazpi que se guiaba por los consejos de otro vasco P. Urdaneta, dió la norma de aquella conquista que se realizó amigablemente, paternalmente, sin derramar una gota de sangre, cual corresponde a una conquista eminentemente cristiana. Prehistoria Filipina En materia de religión, los Filipinos eran animistas, o adora· dores de las almas de sus antepasados; sabeistas o adoradores del sol, de la luna y de las estrellas, si bien no dejaban de prestar ado· ración a ciertos árboles, a algunas aves y aún a los escollos del mar. Reconoc!an sin embargo una divinidad superior, que ellos lla– maban Bathala, el poderoso, hacedor de todas las cosas y que re– sidís, solitario, en el cielo. La llegada de los españoles fué oportuna, pues de haberse re· tardado algunos anos más, seguramente hubieran encontrado a to· dos sus habitantes ganados por el Mi.hometi:.mo cuyos secuaces se habían corrido desde /aua y Sumatra a Borneo, al Archipiélago de joló, a la isla de Mindanao y hasta la de Luzón donde encontra– ron los españoles varios mahometanos que comenzaron a enseño· rearse de aquella isla. El gobierno de los Filipinos era patriarcal. Carecían de ley es– crita, pero no dejaban de tener cierta policía y algunas leyes fijas para administrarse justicia y aún para gobernarse, leyes que deis· tan cierto género de civilización, como puede verse en las Rela– ciones que el P. juan de Plasencia escribió por el año de 1589 de orden del Gobernador General de Filipinas, en las que describió los usos y costumbres que tenían para gobernarse y para adminis· trar justicia. Esas costumbres y esos usos recogidos en las relacio· nes sirvieron de Orden de su Majestad a las Autoridades espanolss a manera de código civil y criminal para gobernar a los Filipinos, durante muchos anos. Origen y desarrollo del Catolicismo en Filipinas El hecho del establecimiento de la jerarquía eclesiástica nos prueba hasta la evidencia el gran desarrollo que el Catolicismo adquirió en las Islas Filipinas. En 1581 Manila era creada diócesis y cuatro anos más tarde era erigida archidiócesis con las sufragá– neas de las nuevas diócesis de Nueva Segovis, de Nueva Cáceres y de Cebú. A este maravilloso florecimiento contribuyó eficazmente Is lle·

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