BCCAP000000000000125ELEC

64 ANUARIO MISIONAi. veinte años. Terrenos que un chino compraría por mil pesetas, no– sotros no podemos arrendar para veinte anos en seis mil... Pacien· cial... Somos extranjeros!.... Si, pues, no mejoran un poc? nuestras condieiones ecunómicas, no solo no podemos lanzarnos·a la fundación de las Estaiones de que os he hecho mención hace poco, pero ni siquiera con une de ellas podemos atrevernos, a menos que nos llueva del cielo. digc, de nuestros amigos y bienhechores un donativr; de unas TREINTA MIL PESETAS... PORVENIR DE ESTA MISION. - Me refiero al porvenir económico: por que el otro porvenir de la Mi~ión en cuanto a las conversiones no puede se más risueño: el terreno está bien dispuesto, la mies de puro madura se cae al suelo, sólo falta el dinero, por que si hay dinero se edifican los graneros, di– go las Estaciones .Misionales, y se recoge en ellas abundalisima cosecha. Hace no más mes y medio me dec!a el R. P. Fernando de Dima: •Aqu! ya ha llegado un tiempo en que todo depende del di· nero, si hay poco dinero se hace poco; si hay mucho dinero, se ha· ce mucho. Todo lo demás puede decirse que está hecho•. Cómo se presenta, pues, el porvenir económico? Con qué ca– pital contamos para tantas y tan graves y tan urgentes necesida– des de la Misión? Capital?... Aunque la Misión como tal puede po– seer bienes, hasta en esto lleva esta Misión el sello de los verdade– ros hijos de San Francisco, en v'vir de limosna, en contar para su subsistencia con ningun capital fijo. Vivimos al d!a y las deudas con que hasta la fecha está gravada la Misión no pueden llamarse muy considerables, y, a pesar de que el horizoute se ve cada vez más negro y las limosnas van disminuyendo alarmantemente, siem· pre nos acompaña la esperanza de que N. S. cumplirá la promesa hecha a N. S. P. S. Francisco de que mientras en el mundo haya un pan, la mitad será para sus hijos. No obstante, fuerza es confesarlo, nos alarma tremendamente la crisis económica que estamos sufriendo y no sabemos a donde vamos a parar, caso de que esto siga asl por mucho tiempo. Las Obras Pontificias (Popagación de la fe, S. Pedro Apostol y Santa Infancia}, con todos sus subsidios no llegan a cubrir las dos quin– tas partes de núestros gastos anuales, eso en la hipótesis de que las tres se mantengan siempre en el tipo de subsidio que nos man– daron el at'\o pasado; porque es de temer que la Obra de la Propa– gación de la Fe vaya siguiendo su carrera descendente. Compa· rando el subsidio que nos mandó esta obra el año pasado con el

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz