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58 fu'IUARIO MISIONAL. h1 redonda, sin un médico, digo, a quien poder 11cudir en casos tan gravts como el de nuestro malogrado Hno. Fr. Conredo de Sali– nas de Oro (q. I'. g. e.), a quien quizá la oportuna intervención de un médico hubiera podido salvar la vida, podemos medir la mag– nitud de la desgracia a que nos hemos visto precisados a condenar– nos por falta de recursos!... Pero al hacer constar tan doloro– so hecho, adverli– mosdepasoa nues– tros lectores que al despedir a nues– tro médico el S. Dr. D. Luces Mei, le prometimos (y gustoso aceptó nuestra ¡:;romesa) llamarle de nuevo a la Misión en cuanto mejoraran un tanto nuestr11s condiciones econó– micas . ¿Mejora· rán?... La respues– ta queda en las ma– nos de cuantos a– man esta pobreMi· sión del Kansu, y saben lo queimpor– ta la vida de los que trabajan por l..a stftor• del medico Dr. LaCH M•I con ••• hilo•. Dios en este cam– po desolado. NECl;SIDAl)ES DE LA MISION.-Una vez conocidos por todos los dos hechos que anteceden con sus desol11dorss consecuencias, ya a nadie extrailará nos hayamos decidido a hacer públicas algunas de nuestras más url!entes necesidades. No conceptúo por tales y por tanto paso por sito la sustentación e.e los Misioneros y Misioneras, le manutención y sal~ ríos de los fámulos, las expensas de los Or– ianotrof1os y Hospicio~ etc. etc. Pa6o también por alto las necesi– dades del seminario, no porque no sean urgentes sino porque por

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