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40 ANUARIO MISIONAL diierencia y antagonismo como el que existe ahí entre un francés y un español), con la agravante de que los kansuenos son considerados en las demás provincias como gentes bárbaras e incultas, y se com– prenderá fácilmente la enorme depresión que experimentarían en sus ánimos. Esto fué causa de que se descorazonaran poco a poco y de que acabaran hastiándose de la carrera sacerdotal. Este ccifitra– tiemponos fu~ tanto másdolorosocuanto que dos de ellosreunfan bue– nísimascualidades y contábamos como segura su correspondend11 a la vocación sacerdotal. Este contratiempo nos hizo pensar en adoptar una medida seria para el porvenir. Con efecto: era llegado el mo– mento de resolver de plano este problema y evitar los inconvenien– tes que nacían de tener un seminario en el que no se pudie– ran cursar todas las materias propias de un Seminario .Me– nor, ya que nos veríamos siempre precisados a mandar fuera de la Prefectura a nuestros pequeños seminaristas, con enormes dispendios de dinero y grandes mermas en su sencillo y patriar– cal espíritu kansuano. Este último ilspecto era el más digno de te· oerse en cuenta y el que exigfa un eficaz remedio, so pena de fra· cas.o absoluto, toda vez que ex:iste grandísima diferencia entre las patrh1rcales costumbres del Konsu y las modas renacentistas que, en costumbres e ideología, van introduciendose en las demás pro– vincias de China con celeridad que pasma. Colocar de pronto a nuestros seminaristas en un ambiente tan distinto y tan corruptor, era como para desquiciar sus espíritus y lanzarlos por la nueva vía que les parecía tan seductora y llena de placeres. Así lo comprendió el Rmo. P. Prefecto Apostólico y en conse· cuencio determinó organizar para septiembre 1935 el Seminario completo. Pero no era empresa tan fácil como a primera vista pare– cía. Era preciso obviar una enorme dificultad que provenía de la re· ciente legislación china (3 de septiembre 19.34) referente a tales ins– tituciones, lo cual, si bien no las condena, trata de ponerles las ma. yores trabas posibles, al no permitir que se reciban en ellas a jóve– nes que no hayan cumplido los diez y ocho ai\os, ni que se cursen en ellas asignaturas propias de las escuelas. Se propuso el caso a la deliberación de todo el consejo de la Misión y después de maduro examen se acordó: 1. º) Erigir el Seminario Menor completo en la ciudad de Pingliang, por ser sede del Rvmo. P. Prefecto y haber a· bundancia de Padres que podrían ser utilizados para la ensenanza del latín, y por la facilidad de poder buscar en la ciudad profesorado apto para explicar las ciencias profanas. 2. 0 ) La erección de una Es– cuela Primaria Superior (kao·chi) registrada, donde los seminaristas

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