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38 ANUARIO MISIONAL ron más remedio que saltar las tapias del colegio y escaparse furti– vamente para no ser sorprendidos. Gracias a Dios, no hubo que la– mentar ningun incidentt. desagradable y todos pudieron encontrar un camino seguro para volver a sus casas. En estas condiciones tu– vieron que salir también nuestros nueve seminaristas y seis estu– diantes de catequistas y emprender un viaje a pie de más de 560 ki– lómetr.os. .• Entre tanto la multitud, en mayoría compuesta de estudiantes, golpeaba fuertemente la puerta de nuestra estación, fercejeando por abrirla y acompal'lando sus esfuerzos con satánicas blasfemias. Entre amenazas feroces nos significaron que era preciso abrir– les de grado la puerta para las doce del medio dfa, porque, si para entonces no la abríamos, vendrían de nuevo con todos los soldados de la ciudad y entonces sería peor para nosotros y nuestras casas... Ante tan serias amenazas decidimos acudir al General de la ciudad y pedirle explicaciones de lo que estaba aconteciendo, para sondear de paso su opinión personal sobre la suerte que nos aguardaba. Es– te, creyendo sin duda que. lo hecho eu el hospital y en la puerta de la iglesia, em más que suficiente para enseñar tos dientes a tos pe– rros extranjeros, salió en deferosa nuestra; y con cara y actitud ai– rada, se presentó en el hospital, colocó a su puerta unos cuantos guardias armados y disolvió los grupos hostiles. As! se terminó a– quella memorable jornada. El periodicucho aún siguió atizando el fuego y en días sucesi– vos se celebraron varios otros mitines del color y sabor de tos ante– riores. Después de uno de ~los, desfilaron procesionalmente delante de la estación más de mil estudiantes dandos mueras a la religión y sus ministros... Así interpretan muchos en China la libertad religio– sa que el código concede... A pesar de persecución tan sañuda y de éxodo tan bochorno– so y de la increíble caminata de 560 km. hecha toda a pié, no hubi– mos de lamentar más que una deserción, y aquella más bien por oposición formal de los padres, que por voluntad del candidato. Los demás supieron dar cara al temporal y sacar m1\s coraje y firmeza de aquello mismo con que se les había querido intimidar y hacer de– sistir de su santa vocación. El Seminario de Siiengchen, entre tanto, había seguido su cur– so normal y, merced a la sabia y bondadosa dirección de su Rector P. Pedro Bautista de Tolosa, se pudieron seleccionar cinco destaca– dos alumnos, los que fueron trasladados a Pingliang a fin de ejerci– tarles en el latrn durante las vacaciones, y completar con ellos una

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