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26 ANUARIO MISIONAL tria por haber seguido las doctrinas del Yangkuitze (demonio extran– jero). Varias veces hubieron de huir del lugar que ocupaban porque los soldados, pistola en mano, los obligaban. Por aquellos calamitosos tiempos (28 de diciembre de 1931) re– .cibió orden el que esto escribe de trasludarse a Sifengchen para po· nerse al Frente de aquel Seminario-cuartel. La pena que experimen– .té a la vista de aquel pequeilo pelotón de seminaristas, apretujados bajo una miserable techumbre, es indescriptible. Mi pena y asombro llegaron al colmo, cuando vi por mis pro– ¡pios ojos la miserabilísima escuela en que se veían precisados a cur· sar sus estudios: 01atro paredes de barro y adobe ennegrecidas por .et humo de varios kang, destruidos recientemente, pero que era fácil adivinar el lugar de su emplazamiento, por las enonnes bocas de las chimeneas, que aun se hallaban en las paredes, cubiertas con ce– ,nii:a: dos ventanas desvencijadas y rotas que se empeñaban en de– jar penetrar en el cuarto los menos rayos posibles de luz: cuatro ta· blones más o menos bien pulidos, manchados de tinta y grasa, y ·elevados del suelo por cuatro estacas toscamente cepilladas, era todo el confort y ajuar de que disponfa el Incipiente Seminario. Y .como si ello fuera poco, en uno de los lienzos de pared hablan abier· to los soldados una puerta que venia a ser el paso obligado para to– das las veces que quisieran entrar y salir de su habitación, las que, como puede figurarse, no eran pocas al dla. A pesar de este conjun· to de calamidades, provenientes de verse encerrados en tan misera· ble cuarto y de hallarse en compañía de semejante chusma, obser– vé que los futuros seminaristas sabían conservarse serenos, optimis· tas y con verdaderos deseos de seguir por el camino comenzado. No fué pequeilo el contento que recibí con esto, pues pensaba hallar– los completamente abatidos al peso de tantas calamidades y desani– mados quizá para proseguir el largo y penoso camino que se les mostraba por delante. ¡\\i primera diligencia fué encaminada e echar de aquel palio la soldadesca que lo invadia; pero mi diplomacia fracasó ante la obs– .tinación y cinismo de aquellos bandoleros, como habla fracasado tantas veces la del heroico P. Gerardo. En vista de que el asunto no tenia remedio en lo humano, misioneros y seminaristas decidimos encomendarlo a Aquel que todo lo puede y Este si que supo llamar– .los al orden y ajustarles las cuentas.. ! Veamos cómo. V. Revuelta política Unas circunstancias políticas diflciles y enredadas obligaron a

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