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70 dos enviados por las familias de los cautivos de Huo– sui para tratar con los bandidos de las condiciones del rescate. Encabeza– ba laembajadaXan -yü-san, antiguo capitán deuna cua– drilla de bandole– ros. Hombre de arrogante presen– cia; vestía magnífi– camente. Los en– viados hablaron en secreto con Barra– bás, pero no logra– ron entenderse ni ponerse de acuer– do con él, a causa de las enormes e ANUARIO MISIONAL Apaleado por fray Ciruelo inmoderadas exigencias del mismo. Furioso Barrabás por el fraca– so de las negociaciones dispuso que los cautivos fueran colgados de Jos árboles y azotados hasta descubrirles los huesos. La bárba– ra y sangrienta azotaina se llevó a ·efecto en presencia de Jos in– termediarios, para que vueltos a Huo-sui comunicaran a sus poder– dantes cómo eran tratados en la cautividad sus desventurados hi– jos, padres o parientes. También yo fui comprendido en el castigo general. Mientr&s me ataban fuertemente las muñecas me decían: e Te vas a acordar de este día. • Y fray Ciruelo añadía por i.u parte: «Tengo que dar una buena somanta a este extranjero. Dejádmelo por mi cuenta•. Me llevó a un rincón y allí me ató a una escalera. A continuación me azotó, o más bien hizo como que me azotaba, dando pronto por terminada su faena. Y mientras decía ku-lao, ku-lao (es decir, ya basta, ya basta) me pasaba cariftosamente la mano por ta cabeza como si hubiéramos sido desde la infancia dos amigos inse· parables. El Jobo se había convertido en manso cordero, quizá por el contacto con el santo hábito que portaba, quizá por haberle toca– do el corazón Ja Virgen Inmaculada cuyas vísperas se estaban can– ta~do entonces en el orbe católlto. Gracias, mi buen fray Ciruelo,

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