BCCAP000000000000125ELEC

66 ANUARIO MISIONAL nales las obras maestras francesas, inglesas, españolas e hispano– americanas. Los estudiantes del idioma cervantino lo tomaban muy a pecho.s Ellos sabrían por qué y para qué. Quizas para esta fecha se paseen portas calles de Madrid o de Buenos Aires. 60.-Cofradia de a yunantes. Me decla,raron incorporado a esta inhumana cofradía los pri– meros dlas de diciembre, sometiéndome rigurosamen.te al frato que daban a todos los demás miembros de la misma. Con lo que cla– ramente se me daba a entender que era llegada la hora de aplicar– me el catálogo de suplicios compuesto por Barrabás para los cauti– vos morosos o reacios en el pago de su rescate. La primera medi– da para despabilarnos era, como sabe ya el lector, (n.º 56) supri– mirnos en absoluto la ración, siempre escasa y menguada. Gemían y sollozaban mis compañeros de infortunio, y yo unía mi voz al co– ro de lamentaciones. Antes había hecho huelga de hambre; ahora sufría hambre de estómago en huelga, Pero el llanto no me salia, ni era bien malgastar el tiempo en femeniles gimoteos; hacia falta al– go más práctico y positivo. Por eso substraía de noche cuanto po– día de las alforjas de los bandidos y lo devoraba secretamente. El hurto fué notado muchas veces; pero el ladrón las mataba callando y nunca fué descubierto. Se hadan pesquisas y averiguaciones de todo género, Todo inútil. El reo permanece inconfeso aunque haya de ser mártir. 61.-T er virgis ca esus sum. Viendo Barrabás que no conseguía reducirme por hambre, sino que a pesar de ella me mantenía animoso, optimista y comunicati– vo con mis compañeros, le pareció conveniente pasar adelante en la lista de suplicios, aplicándome el número 2, cuyos resultados son de ordinario más eficaces. Era el día 4 áe diciembre por lama· ñana. Sin previo saludo ni explicación me ataron más fuerti-mente que de costumbre las mui\ecas además de los brazos, y me arras– traron al bosque. Les oregunto qué es lo que pretenden hacer con– migo, y... ni1da, no me responden nada. Es que han encomendado la respuesta a la cayada. Llegamos a la arboleda. Me sueltan ino· pinadamente brazos y mui\ecas. Bah! Sin duda se trata de hacer al– guna comedia más o menos inocente! pensaba yo. Pero ya, ya ... Para comedias estaba el tiempol Me despojan de mi chaqueta, elás– tica et cétera (un et cétera absoluto). recordándome la desnudez de Cristo en la Cruz. De nuevo me sujetan brazos y muñecas con recias sogas, y por medio de estas me cuelgan de 1Una acacia

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz