BCCAP000000000000125ELEC

44 ANUARIO MISIONAL ya referido. Había que acallar las protestas del estómago que no se acostumbraba a pasar sin comer como el asno del cuento, y recla– maba sus derechos. Mi deseo era satisfacerlos en la medida de lo posible; pero cómo Jo haria sin que se enteraran de ello mis conduc– tores? Porque pens11ba yo en mi mucht1 simplicidad que prolongada mi huelga de hambre pronto recuperaría la libertad. Mantendria pues. la huelgi. aparentemente con todo rigor. Agua pura, no más¡ y aún eso con ridícula parsimonia. Para pasar 111 noche nos introdujeron en una cueva destartalada. Nos apetecía de veras el descanso. Yo me busqué un rinconcito algo upartado de los demás prisioneros. Me pareció que Ja tierra estaba un poco removida, y escarbando, escar– bando... he aqul que descubro una mina de valor inestimable¡ Un depósito de grandes, hermosas y riquisimas patatas. Agarro una y le hinco el diente. Qué cosa más exquisita! Sabia a gloria! Más que las peras y manzanas, bananas, piñas y chirimoyas. Despacho una, d!spués otra, y a continuación otras, todas las necesarias para ma– tar el hambre atrasada de cuatro días. Y aún hago provisión para el día siguiente llenándome los bolsillos. Y es lo curioso que ha~ta en– tonces nunca habla podido tragarlas ni cocidas! Qué excelente gui– sandero es el buen apetito! 39.-Difamando mi apostolado. En Tseng-tsuan·ho demoramos dos día.s, circunstancia que apro· vecharon nuestros amos para hacer sus correrlas por las inmedia· ciones. También fray Ciruelo echó p?r esos trigos, estando yo du· rante su ausencia a las órdenes del animalazo Sin Liu , el hombre más brusco que he conocido en mi vida, y el más molesto y repug– nante a ojos y oidos castos por su desvergüenza en palabras y ac· ciones. En este paraje era yo bastante conocido de sus naturales pues me habían visto varias veces camino de Eutxiatxuang. Por eso los ladrones se dirigieron e ellos en busca de informes acerca de mi persona. Y se los procuraron bastante amplios e interesantes. Decía la oox populi: <Que yo llevaba siempre monedas de oro en !ns bolsillos, comía pan de trigo, y tenla mi borrico; que alguna vez me vie1on viajar con dos mulas de muy buena apariencia; que en mayo de aquel mismo ailo había adquirido en el retirado valle de Yujomiao un campo muy extenso por valor de 500$, etc. etc.• Aunque los comunistas querfan ante todo dinero, querian también justificar ante aquella sencilla gente montailesa su conducta par& conmigo. En medio de un público numerol'o alzó su voz Sing Hui para hacer las siguiemes manifestaciones: ~Aqul le tenemos a este

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz