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30 ANUARIO ,\ilSIONA~ Diversas tentativas y en distintas épocas realizaron los jesui– tas de la Misión de Filipinas, con el auxilio del Gobierno español, por evangelizar las Palaos, si bien sus esfuerzos no tuvieron éxito malográn.dose repetidas expediciones. El 28 de Diciembre de 1696 arribaron a la isla de Samar, em– pujados por los vientos treinta indígenas de las Palaos, cuya pre– sencia despertó en lo~ PP. Serrano y Clain la idea de evangelizar dichas islas, idea que se tradujo en vivísimas gestiones para llevar a buen término tan santa empresa. Tudas las peticiones, a este fin encaminadas, dieron por resul– tado la Real cédula de 19 de octubre de 1705, autorizando aquellos propósitos con señalamiento de los recursos r.ecesarios para la em– presa. El Teeoro público contribuyó con 10.00:: pesos, y con igual suma la Compañía de jesús. En 1708 salió un buque con las religiosos PP. José de Bobadilla, Antonio Arias y un Hermano, pero se volvió sin dar con las Palaos. En 1710 partió otra expedición, saliendo de Cavite una balan– dra y un patache. La balandra se perdió luego, dejando en Filipi– nas a los PP. Andrés Serrano y Bobadilla. En el patache iban los PP. Duberron y José Cortil con el Hno. Esteban Baudin. A 30 de noviembre descubrieron por fin una isla que llamaron de San An– drés; era de la Sansorol. Pero tampoco esta empresa obtuvo mejo– res resultados, pues los PP. Duberron y Cortil, a poco de desem– barcar en la isla, fueron alanceados por los if\dios, salvándose mila– grosamente el Hno. Ba11din por haber quedado en la nave. Dicho Hermano tornó al año siguiente con los PP. Serrano e Ignacio Crespo, pero sorprendidos en 18de Octubre del mismo año por una furiosa tempestad, perecieron arrebatados por las olas. En 1721 lanzábase el también jesuita P. Antonio Cantova des– de Guam en busca de Yap, sin lograr su intento. Llegado a Filipi– nas consiguió que se organizara otra expedición. Embarcado con el P. Víctor Walter en 1730 p~ra las Marianas, volvió a salir de Guam, en 11 de Febrero 1731, acompail!idO del P. Walter en un peque– ño barco con 12 soldados y 8 grumetes. Descubrieron la isla de Mog-mog y arribaron;; la de falalep, donde desembarcaron. Al re– tomar algún tiempo después el P. Walter de las Marianas, adonde había ido para aprovisionarse, supo que el P. Cantova, luego de ha– berse quedado solo, habia sido asesinado en Mogmog, 1idonde fue– ra para un bautismo. También los soldados de Falalep habian muer– to combatiendo. Ante tantas contrariedades tuvo el P. Walter que volverse, por

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