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28 ANUARIO MJSIO:-IAL penséis haceros ricos e cuente nues Ira. Somos completamente au· tónomos en nuestra administración y no tenemos relaciones econó· micas de ninguna clase con los demás misioneros. Aqui nos t1:néls en vuestro poder a todos los socios de la empresa; y fuera de los tres ninguno puede hacerse cargo de ella. Si queréis algo de noso– tros, solo nosotros obrando por nuestra cuenta podrfamos procuré· roslo después de volver libres a nuestras casas. Dineros no os po– demos dar, pero si algo que lo valga en vestidos y medicinas. Y si nos devolvéis nuestros animales hallariamos modo de abonaros unos 600 dólares>. Es de advertir que el dólar chino corresponde a 1 pe· so nacional argentino de curso legal. Las mulas eh? e-0ntestaron sonriendo irónicamente; están verdes! Puts también están verdes nuesiras ciertas, concluimos. En fin, después de algunos regateos y cambalaches, convinimos en procurarles soe-0rros y artlc11los de primera necesidad por valor de 500 dólares a condición de que nos pusieran en libertad a los tre:., empeñando nosotros nuestra pala– bra de misioneros siempre veraces y exactos cumplidores de lo pac· tado. Y para mayor seguridad quedaba a su disposición en prenda la capilla de Luisijo cercana a Lui·txia·miao, en 111 cual podrian vengarse si resultábamos falsos y desleales.-~Queréis engar1er– nosl queréis engañarnos!> decfen aquellos desconfiados junteros, y resolvieron: •Puede ir libre el Hermano obrero, y los shenfus (sa– cerdotes) se quedarán con nosotros>.- •No puede ser, alegamos, por que el Hermano no conoce bien el dialecto de esta región, ten– drá grandes dificultades para entenderse y realizar deliidemente ¡,u gestión>. Entonces ya consintieron que volviese también el P. Bar– tolomé. Y acto contínuo desataron a ambos de sus ligaduras. El corte dado al asunto me pereció altamente sastisfectorio, ya que así quedaban a salvo dos misioneros que podrian atender a nuestras tres casas del mand&rinato de King-yang, devolver la tranquilidad a las socias de la Santa Infancia y llevar le dirección de los traba· jos y trabajadores. Por lo que a mf tocaba tenla muy pocas esperanzas de conse– guir la libertad, aun estando segurisimo de que los dos ex-cautivos llenarían pronta y escrupulosamente todos lo~ requisitos a que es– taba condicionada. Los sucesos posteriores demostraron que mis recelos eren bien fundados. Lo que a los bandidos importaba ere hacerse cuanto antes con dinero; mucho o poco, pero pronto. Una vez cobrado lo convenido quedaba siempre ancho margen para ul– teriores exigencias. Apenas puestos en libertad mis dos compaile– ros entablaron una amable y cariñosa conversación con sus mismos atormentadores. Preguntado fray Isidro por su edad les dijo muy

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