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10 ANU..RIO MISION~L no siendo fácil evitar los encuentros con ello~ particularmente en primavera y verano. cuando el árbol se viste de hoja y crece con exuberancia la maleza. En los lugares más apart2dos de est as sole– da1es sin fin habitan bastantes familias crbtianas bajadas de la Tartaria Oriental, familias que en otro tiempo recibieron el bautis· mo, pero hoy viven de espaldas a Tien·txu (Señor de Jo alto) y a su santa ley, porque no tienen un misionero que les recuerde el credo que juraron al hacerse cristianos. Honda pena embargaba mi corazón de misionero católico al encontrarme con cienos cristianos que en unión con los pagano~ erigían templos a falsas divinidades, alegando que no podian vivir sm religión y que en defecto de la católica practicaban la de Buda (Fotxiao). Con palabras muy du– ras les afeé su abominable conducta y les prometí para.en adelante mi asistencia personal, edificando en el punto más indicado una ca– pilla dedicada al arcángel debelador de mokui (Satán). 3.-Relaciones entre Sanxelipú y Klne;-yang. Por las frecuentéS idas y venidas que ocasiona la vecindad de dos hermanos que mucho se quieren, se comprende perfectamente sean muy estrechas las relaciones entre es111s residencias, ubicadas como quien dice en el finis-terrae de la prefectura de Ping-liang, en gráfica expresión del prelado que nos rige; y más todavia si se tiene en cuenta que el rector de Sanxelipú depara al de King-yang cuanto grano se consume en el catecumenado, procurando en cam– bio el segundo al primero los géneros que no se pueden obtener en el campo. A más de que no pocas veces se ayudan mutuamen– te en los quehaceres del sagrado mini~terio. Asi, por ejemplo, con· vinieron los dos misioneros en agosto último que el de King-yang administrara la parroquia de Sanxelipú durante los meses de octu· bre y noviembre, mientras el P. Bartolomé visitaba a sus cristia· nos de las capillas lejanas y secundarias. 4.-Mis excursiones hacia la Tartaria. Dejando mi puesto de King-yang al cuidado del diligente cons· tructor de obras Fray Isidro de Artázcoz, emprendi los primeros días del pasado septiembre mi viaje de exploración por Ja parte N. O. del distrito, dispuesto a llegar, si fuera necesario, a la parte s~ptentrional de la gran muralla china; a fin de dar, de acuerdo con los misioneros de Gobi, una gran batida al mokui por el sur y por el norte a la vez. Llegué sin novedad a Laoyeling. En el camino recorrido observé con sorpresa que aquellas pobres gentes, al ver- .

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