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252 ANUARIO MISIONA~ propicia a la vocación sacerdotal y claustral: nuestros amados bien· hechores saben emplear sus limosnas en las obras de Dios: nues– tros religiosos trabajan con toda decisión para sostener la carga de nuestros Colegios: los mismos misioneros de Sud-América, Filipi– nas y Guam saben sacrificar sus pequei'los ahorros, y, a veces, ge– nerosos impulsos de expansión, para ayudar al sostenimiento de la Escuela-Seráfica: de su florecimiento depende la vida de nuestras Misiones. Para fijar mejor la ayuda que nuestros bienhechores pu– dieran aportar a nuestra Obra de Vocaciones creamos, hace algu· nos 11i'los •Becas Misionales• enteras por valor de 15.000 pese– tas y medias Becas por valor de 7.EIXJ pesetas, calculando que con el interés de ese dinero podrá mantenerse la vida de un joven du· rente sus estudios. Esperamos confiadamente que los mejores t-ntre nuestros amigos sabrán apreciar como hasta ahora, y más, ya que la crisis económica nos apremia, la razón de prudencia y de segura eficacia tenida en cuenta por los Superiores de la Provincia Capu– china de Navarra-Cantabria·Aragón, empeñados en fijar el presu– puesto de nuestro plantel de vocaciones, y no dejarlo al azar, ame– nazado de necesarias limitaciones por absoluta imposibilidad de soportar su carga económica; limitaciones que repercutirlan dolo· rosamente en nuestras Misiones. Por esa obra voc11cional sacrifica– mos en la Provincia anualmente nuestros privilegiados valores per· sonales que nos darían honra y provecho en la península, pero que consagramos a las Misiones mirando solamente el mayor bien de las almas. Ayúdennos pues todos a seguir adelante con el Apostolado di· señado en este Anuario. Cada ano recibirán el correspondiente a igual periodo de tiempo de trabajo; sabrán en qué empleamos sus limosnas, verán el glorioso destino de los hijos de esos hogares vasco-navarros tan pródigos en vocaciones religiosas de donde sa– len apóstoles y mártires de la Fe de Cristo. Puestos así en íntima comunicación con todos, nos sentiremos solidarios de un ideal sublime cuya realización supera a toda otra ambición humana, y cuyos resultados i.obreviven a los mismos que por ellos sacrifican su hogar, su patria y sus bienes. Porque los jó– venes capuchinos han aprendido de su Madre la Orden Seráfica, a rebasar todas las fronteras, a sentirse bien en todas las patrias te– rrenas y regarlas con sus sudores y ser en ellas heraldos del gran Rey, y a remontarlas con su espíritu para saber morir alegres y aun sedientos como Jesús de más almas que salvar. El mundo que no siente esos ideales de conquista espiritual nos deja pasar como a locos: 11feliz quien se siente tocado de la locura de la Cruzll.

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