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250 ANUARIO MISIONAl. CONCLUSION ,EMOS llegado el término de nuestro primer •Anuario Misional> que ponemos en manos de nuestros amigos, bienhechores y sinipatizantes de quienes esperamos sabrán apreciar el esfuerzo de nuestra Provincia Ca– puchina Navarra-Cantabria-Aragón para responder cumplidamente al apostolado entre infieles y entre cristianes cuasi abandonados en las regiones ya conquistadas para el Evangelio. Para sintetizar en breves lineas cuanto queda aqui consignado, notamos primeramente el Orden seguido en este Anuario: hemos recordado sucintamente la historie de las antiguasMisiones de nues– tra amada Provincia, en mala hora interrumpida por la violenta ex· claustración y supresión de las Ordenes Religiosas en Espaíla el aílo 1835. Luego hemos reunido en algunas páginas nuestras prime– ras expan~iones misioneras después de la restaurar.Ión de los reli· giosos, comenzando por Carolinas, Filipinas y Guam, cuyos tra– bajos quedan diseilados hasta el punto de donde habremos de con· tinuar su historia en los Anuarios sucesivos que iremos publicando. De nuestra magnífica Misión en Chile y Argentina, sostenida por nuestra Provincia durante 42 años, hemos escrito lo suficiente pera seí'laler el camino providencial por donde comenzó y se desarrolló hasta llegar a formar territorio misional autónomo erigido en Comi– sariato Provincial, provisto de todos los resortes jurídicos que au· guran pleno éxito en el porvenir aunque, durante algunos aílos, to– davía la Madre Provincia tendrá que nutrirla de personal misionero y docente. En los Anuarios sucesivos no dedicaremos al Comisa· riato Chileno-Argentino sino unas pocas páginas de Estadística, que digan lo que allí trabajan nuestros hermanos y la aportación personal que de la península reciben. El mayor espacio lo hemos dedicado e nuestra querida Misión del Kansu, Prefectura Apostólica de Pingliang, ya que es hoy el campo donde nuestros privilegiados misioneros ejercen un aposto– lado casi heroico en favor de los pobres chinos, ten abandonados hasta ahora. Ofrecemos después a nuestros lectores biografías de algunos eminentes misioneros ya fallecidos, a quienes rendimos as! tributo de agradecimiento y alabanza. Nada especial hemos queri– do detallar sobre la actividad y méritos de muchos misioneros ac– tualmente entregados el apostolado: creemos que la muerte es el

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