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216 ANUARIO MJSJOSAL Capuchinos Alemanes cedieron a los nuestros las casas, que cons– truidas tenían, en los distritos de Pinglíang, Sanselipu, King-yang, Kingchow, Chengyuen, Sifengchen, Tsuschent y Yutuchen, todas las cuales tenlan algún pequeilo fundo, pero solamente las estacio– nes de Sanselipu, King-yang, Kingchow contaban con iglesia. La ca– lidad de tales edificaciones es fácil comprenderla repasando el rela– to del Rvdmo. P. Gregorio a la Sagrada Congregación, que deja en el ánimo una sombra de tristeza al verlos, en la penuria más es– trecha, hacerse cargo de un campo donde faltaban hasta los medios para empezar el laboreo. Es justo trasladar aquí esas lineas, dirigi– das al Emm. Purpurado, escritas con la pena, que se refleja en las primeras expresiones del escrito al manifestar a S. E. que quizás sea esta Prefectura de Plngliang, entre todas las misiones de China, la que se encuentre más pobre de medios para propa– gar el nombre cristiano. • Continúa su relación, fijando su aten– ción en el asunto más primordial y más eficaz para una misión, cual es el problema escolar, y sobre esto escribe: De nuestras escue· las, es posible, enumerar para escuelas primarias hasta cua– tro edificios, que no construidos para este /fn, no encierran las condiciones adecuadas ni para escuela ni para la enseñan· za. En Pingliang, capital de la Prefectura y sede del Prefecto, contamos con dos estaciones, ninguna de las cuales satisface a las necesidades, que se dejan sentir en la misión: una de ellas, destinada para mujeres, es tan reducida, que es imposi– ble pensar colocar a las religiosas y a las ni/las del orfana– troflo; la otra, destinada para hombres, si la empleamos para la edificación de una Iglesia de cierta amplitud, como parece corresponder a la estación central, con celdas para los religiosos, que con mofioo de los Santos Ejercicios o de resolución de casos acudan a esta casa central, nos impi– de el pensar en local para escuela primaria de 11i1los y es Im– posible buscar lugar para escuela de catequistas, cuanto me– nos para un pequeño seminario. Y todaoía deseamos terreno para catecumenado de fiambres y de mujeres, y para un hos– pital. En los restantes estaciones donde nos sobra terreno y lu– gar, nos faltan edificios, y pensar en tales edificaciones y en compras de terrenos, es cuestión de tíempo, porque se ne– cesita mucho dinero: y pretenderde estos fieles indlgenas sub– sidios, es pensar en asuntos irrealizables porque se trata de una región en fa que hace tan solo unos treinta arlos ni cono– clan al misionero calóllco, ni tan siquiera era dado encontrar

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