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210 A.'illARJO MISIONAL dad de los Santos Inocentes dla 28 de Diciembre, y alll tuvieron la satisfacción y alegria de saludar al P. Tarsicio de Villava 11 la vez que una pena intensa al ver a una de las religiosas de la misión que volvfa a Espafta por enfermedad incurable. Camino de Pingliang Son dignos de reflejarse en estas páginas los diversos itinera– rios que cada una de las expediciones misioneras han realizado por el interior de China. La presente batió el record de velocidad, aun– que no podamos decir lo mismo de la seguridad personal y de la co– modidad. El viaje en 20 dlas desde Shangai hasta Pingliang seftala un ad~lantamiento considerable en las vlas de comunicación, y aún aseguran los jefes de esta expedición los PP. Tarcisio de Villava y Rafael de Gulina, que se podrán acortar a la mitad los días de este itinerario, y serán mayores las comodidades de estos accidentados viajes, a la verdad no muy gratos, para los que pretendan realizar– los como esparcimiento y recreo. Una noticia tr iste, y más dolorosa por lo inesperada Cuando más animosos se encontraban gustando los recuerdos de la vida y del viaje, y gozando de las impresiones de la misión, una terrible noticia embargó sus corazones. En la estación misional de Sanselipú fallecía repentinamente {al parecer de angina de pecho) el día 20 de lebrero de 1931 el R. P. Simón de Bilbao, solo, como S. Francisco Javier, abrazado con el Crucifijo, el mejor amigo que pudo recoger su último suspiro, y el único que podría recompensarle los trabajos de apostolado fe– cundo, pues la obra del P. Simón durante la larga temporada del hambre, fué un contfnuo prodigio de caridad y de abnegación y de sacrificio, negándose a si mismo su alimento para repartirlo sin dis– tinción entre cristianos y paganos, quienes reconocidos a la virtud del misionero, le dedicaron una hermosa cinta para su sepelio con esta memorable inscripción: <Su virtud y su doctrina son incorrupti– bles.• Descanse en paz. Como en una guerra, hay que cubrir con urgencia las plazas desmanteladas, y las vacantes producidas hay que reemplazarlas con nuevos soldados, así parece aconteció en la misión ante la triste noticiu del fallecimiento de tan abnegado mi– sionero, pues los recién llegados a la misión hicieron un esfuerzo tan superior a las fuerzas ordinarias, para llenar esa vacante, que para el día 3 de mayo (iniciados en la lengua china lo suficiente para valerse) abandonaban la Casa Central, y acudlan a sus res– pectivas residencias, donde bajo las atenciones de un misionero ve-

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