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178 ANUARIO MJSIONAL que todos los productos se exponen a la venta en ltJs esquinas y calles, cual mercaderes ambulantes. Y junto a estas tiendas de los tiempos primitivos, se encuen– tra el hotelero ambulante, que anuncia con desenfado su menú para comer, y hacen alto alll donde se presenta un comensal: pues la mayorla de los kansuanos tienen por costumbre hacer su comida en las calles, despechando en un momento la sabrosa comida. Y con el hotelero ambulante encontraréis al barbero, que en el sitio más céntrico e importante, instala su oficina a disposición de cualquier e1 rapa&ueto fraberbe ººº •a• lmprtslonaate oav•J• (1emtl• dlmlna1a bacba) hace coa m•gtca ba.blllcl1d )' pre11ez.a. la tofllette a aas parroqafano1 transeunte, que desee raparse en medio de la calle. Una navaja mal templada, una palangana y un trapo no siempre del todo limpio, juntamente con un banquillo, y ya tenemos la barbería completa, y al rapazuelo esquilador, que con una destreza singular lo deja a uno calvo, por veinte céntimos. Tratándose de un pueblo eminentemente agrícola, como hemos indicado, es fácil que alguno haya podido formarse la idea, de que todos los adelantos y conocimientos de este pueblo se habrán orlen· tado hacia la agricultura, pero como dato suficiente para conjetu-

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