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Al<UARIO MISIONAL La última etapa, realizada en formación de inmensa caravana, cJmpuesta de 36 carros, cada uno tirado por dos y tres mulos, fué lo más penoso del viaje, como lo hace notar el P. Andrés en su dia– rio. cEI viaje en carros nos resulta bastante incómodo, pues la ma– yoría apenas tenemos sitio para estar sentados dentro de él debien– do de estar medio echados, sin tener apenas sitio para respirar, ni pudiendo leer nuestro breviario: eso sin contar la molestia resultan– te de la trepidación d~l vehículo. No resulta agradable viajar sentados en la delantera por el frío intenso que hace. El P. Gregorio, casi todo el viaje lo hizo en la delantera. Gracias que la mayoría de los días, las mulas no corren tanto, que no se las pueda seguir con relativa comodidad a pie, y asl podamos darnos largos paseos.• (1) A las incomodidades del viaje en caravana, descritas con bas– tante parsimonia por nuestro misionero, se ailadian la penuria que hubieron de soportar; hubo día que pasaron con un solo pedazo de pan, y el sobresalto bastante frecuente que experimentaban por las noticias que a su paso por algunas ciudades o aldeas recogían, de bandidos salteadores, que merodeaban por aquellas comarc5s y de a~aques y contra ataques de los que luchaban por aquellas regiones por donde forzosamente habían de pasar, anuncios que les obliga– ban a detener la marcha y a no precipitar el viaje, buscando con im– paciencia de los generales de la tropa un salvo-conducto que les pusiera a salvo de poder ser molestados en su camino. Con todos estos detalles, dignos de tenerse en cuenta, podemos dibujar en nuestra fantasía el cúmulo de hazañas realizadar. por estos primeros expedicionarios, hazailas que quedarán ocultas y pasarán desaper· cibidas a los aplausos de los hombres, pero que realizadas por Dios y por las almas, atraerán sobre ellos y sobre la misión las gracias tan necesarias, para que fructifique la semilla de la buena nueva en aquellos corazones, adormecidos en las tinieblas del paganismo. Nuevos operarios.•. La segunda expedición Con el ejemplo de abnegación y de desprendimiento y heroís– mo dado por los PP. Andrés de Lizarza y Gregorlo de Aldaba, el entusiasmo y el celo por la conversión de la China se acrecentó de modo maravilloso en todos nuestros religiosos, y desde nuestras misiones de Filipinas y de Argentina reclamaban alistarse en estos nuevos campos de apostolado. (1) Verdad y Caridad, afto Um: N. 0 J8 pág. lnl.

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