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ANUARIO MISIONAL 15 junto, es formidable. Varios países de Europa, Rhetia y Me– solcina, débenles el verse libre de la herejía calvinista. En ultramar, han fundado centenares de pueblos, civilizando in– mensos territorios. Han levantado millares de iglesias, role– gios, hospitales, leproserías, orfelinatos, asilos de todo gé– nero. Han abierto caminos y carreteras y cultivado inmensas comarcas. Nuestros Misioneros fueron y son profesores, maestros, legisladores, ingenieros, agricultores, impresores, publicistas, farmacéuticos, médicos y enfermeros. Fueron redentores de esclavos, defensores de indios, consuelo de los apestados y de los moribundos. Y todo esto en las cinco partes del mundo, sin distínción de razas, de color, ni nacio– nalidad, a costa de la propia salud y de la vida, sin mas es– peranza que un premio en el cielo. LAS MISIONES ANTIGUAS DE LOS CAPUCHINOS DE NAVARRA-CANTABRIA 1 1 Los primeros misioneros Mucho antes de adquirir la Provincia de Navarra su per– sonalidad independiente, tenía misioneros de gran relieve que pueden figurar entre los de primera línea. El Venerable Fr. Francisco de Pamplona, verdadero fun– dador de las Misiones de Africa Occidental y de América basta para dar gloria a una nación. El P. Buenaventura de Corella, que llegó a la Misión del Congo en 1647 consiguió la conversión de la Reina Zinga en Huandu, suceso de gran resonancia en aquel pais. El P. Bartolomé de Viana, que fué a Benin en febrero de 1651 tuvo a la vista la palma del martirio. Fué arrastrado por los infieles, quienes tuvieron todo preparado para sacrificar– lo en una fiesta con que honraban a los ídolos.

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