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140 ANU.•RIO MISIONAL dre Joaquín de Valls, a la región de Rionegro, poblad3 de indios errantes. •Puestos allí, comenzaron ambos con santo celo a sacar de los bosques a los indígenas, para reducirlos a población. En po· cos meses reunieron tres mil, entre ellos un cacique o rey, que te· nia once mujeres.• Asi leemos en el Cronícón de los Capuchinos de Centro-América, escrito por el P. Ignacio de Cambrils. No disfrutaban de libertad nutstros dos misioneros en su tarea de apostolado. Existía en aquella región un Señor, comisionado por el Gobierno de Caracas en calidad deJefe Poblador, que lejos de concretarse a su oficio y cargo de fundar pueblos, se dedicaba a un comercio despótico, ejerciendo una verdadera tiranía con los indios. Los Padres Mondragón y Valls oponíanse a tales injusti– cias, que neutralizaban &us generosos esfuerzos; y aleccionando a los indios, les persuadían a no dejarse explotar por comerciantes sin conciencia. Nada más legitimo que la cor.duela de ambos mi– nistros de Dios. Sin embargo fueron objeto de dura persecución, haciéndoseles imposible la permanencia en Rionegro. Por fin fueron obligados a huir del país; y atravesando desiertos y bosques intran– sitables, pudieron llegar a un puerro de Brasil, trasl11dár.dose des– pués a Norte-América y fina lmente a Guatemala. Qué género de tráfico ejercía el despiadado poblador de Rionegro, no lo expre– sa el P. Cambrils en su Conicón; pero por fortuna he averiguado leyendo la copia de un<>s documentos del Archivo Nacional y del Arzobispado de Venezuela, que me fueron facilitados por un amigo y que después he visto transcritos al¡:(unos en un folleto publicado por el P. Cayetano de Carrocera en 19'29. En efecto, el Reveren– dfsimo Padre Fermín de Alcaraz se quejaba amargamente en carta dirigida al Arzobispo de Caracas, por la desconsideración de que eran objelo los misioneros en Venezuela; y con relación al Padre Mondragón deciu así, con fecha 14 de Enero de 1844: <Es lamenta– ble que los misioneros estén a disposición de un Jefe Poblador con poder para desterrarlos y afligirlos de mil modos porque su espfri· tual ministerio se opone a la inmoralidad e irreligión de aquél, co– mo ha acontecido en Rionegro al Padre Mondragón, que por pre– mio de la reducción pronta de multitud de indios, ha sido desterra· do a los confines del Brasil por el Jefe Poblador, a quien el misio– nero quería y debla impedir el abuso que se pretendía hacer de los infelíces reducidos, sirviéndose de los varones como de bestias, y de las mujeres como de instrumentos de bajas pasiones. Omito otros no pocos ejemplos, que en la República son públicos.• Tan grave revelación del P. Alcaraz nos demuestra el recto proceder de nuestro Padre Mondragón.

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