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132 ANUARIO MISIONA~ contra los cristianos, muriendo asesinados gran número de ellos. En Diarbekir tenían señalado los turcos el día 2 de Agosto para realizar la matanza de católicos en masa. Nuestros misioneros se prepararon para el martirio, como leemos en sus cartas. Pero gra· cias a las enérgicas medidas adoptadas por la tropa, se restableció la tranquilidad. Por su extraordinaria virtud, por su celo y discreción, ambos Padres hiciéronse amar de todos. Particularmente Monseilor Frio– che, arzobispo latino de Bagdad, y Monseilor Nicolás Castells, De– legado Apostólico de Mardln, tuvieron en alta estima las cualida· des excepcionales de ambos Misioneros. Efectivamente, uno y otro fueron comisionados varias veces para diversos asuntos gravísimos de la Iglesia oriental, que desempeñaron a satisfacción completa de la Sagrada Congregación. Con tal motivo hubieron de realizar viajes largulsimos sumamente penosos, a caballo, ya a Karput y Ma– latia, ya a Mossul, Alepo, Jerusalén, y Beirut. Estos viajes, su con– tinuo trabajo y la austeridad de su vida, quebrantaron su salud no– tablemente. Después de veinte silos de vida misionera, el Padre Miguel murió en Mardin el 14 de Noviembre de 1869. Y el P. An· gel en Diarbekir el dla 5 de Febrero de 1870. El lltmo. Nicolás Cas– tells y los cronistas de la Misión consignaron grandes elogios de es– tos misioneros, que murieron con g ran fama de santidad. Véase su extensa biografía en • Capuchinos Ilustres de Navarra-Cantabria• por el Padre lldefonso de Ciáurriz. Padre Ramón de Muriete. Nació en Murieta el día 15 de Octubre de 1782, de la piadosa familia de los Echeberria. Profesó en el Noviciado de Cintruénigo el 17 de Agosto de 1799. Por los años de 1808 desempeñaba el car· go de Vice-Maestro de Novicios. A causa de la revolución ya men– cionada, salió de su convento y se trasladó a Roma en 1839. tMisterios de la Divina Providencia! .Mientras España lanzaba a los religiosos de sus conventos, la República de Venezuela soli· citaba oficialmente el concurso espiritual de los mismos. El Gobier– no venezolano, que no desconocla la estupenda labor relig iosa y civilizadora que tos antiguos Capuchinos hablan realizado en aque– llos territorios, comisionó al Presbítero Don Manuel Alegrta para trasladarse a Europa y conseguir buen número de religi<>sos de nuestra Orden, o en su defecto, de otra cualquiera. El Sr. Alegría trató el asunto con el Reverendlsimo Padre Fermin de Alcaraz, Co– misario General de los Capuchinos de Esparta, y con el Papa Gre-

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