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96 con aceptación clamorosa de todos y frutos espirituales extraordi– narios. Llegó la fiesta de la Inmaculada Concepción, después de la cual el Muy R. P. Pedro quería enviar los misioneros a las tres Es· taciones sobredichas, pero entonces recibió una cortés invitación del limo. Señor Mariano Casanova, Arzobispo de Santiago, para que los Padres hiciesen otro recorrido por las parroquias de la Archidióce– sis, muy necesitadas de misioneros, y así, al mismo tiempo que re– mediaba esta necesidad espiritual, se daría por pagado de las can– tidades pecuniarias que él había adelantado al Rdo. P. Comisario de España, para viajes de misioneros. Atender esta justa petición era re– trasarseis meses, por lo mer.os , la ocupación de.sus puestos entre in– .fíeles, por los que anhelaban los P11dres, ya que para ellos principal– mente habían llegado o Chile: y•.. en misiones entre infieles traba– jaron todo el otor1o de 1890, mientras en Concepción el ministerio d!! la propia iglesia aumentaba con la ferviente devoción popular y el atractivo personal del bondadosisimo P. Pedro de Usún, que lle– gó a ser el hombre de consejo para eclesiásticos y seglares. No extrañará por tanto, que la lógica de los hechos produjera otro que fué definitivo para estorbar los propósitos en pro de la Araucanía: la fundadón de un convento en la ciudad de Los Ange– les, fronteriza a la Araucanfa, a la que fueron llamados por el Se– ílor Vicario Capitular s. v., mediante el ofrecimiento de un buen le– gado en dinero, dejado por el pre~bítero Sr. Rebolledo con dicha intención: a dicha fundación fueron destinados los PP. Baltasar de Lodares y Gabriel de Adiós en 1891: trabajaron con tesón inque– brantable: se les negó el legado piadoso intervenido judicialmente por.los presuntos herederos de Rebolledo, y a pesar de esto, le– vantaron en seis meses convento e iglesia nuevos, sostenidos con limosnas y con el creciente favor popular, que en la hermosa ciudad del río Laja llegó a ser proverbial. Seguramente que al lector menos avisado se le ocurre pregun– tar: ¿por qué el P. Comisario de España aprobó con entusiasmo es– ta fundación, que restaba personal y energías a los nuevos misione– ros para los infieles?.. La respuesta es sencilla para quien conozca los arrestos del P. Joaquín de Llevaneras, y sus hermosos planes apostólicos. Vió, efectivamente, que se retardaba el c.implimiento del objetivo prin– -cipal de sus súbditos en la Arauc:infa, pero pensó, ante la evidente .penuria del personal, que el convento de Los Angeles y el aura po– pulbr que los Capuchinos ~pañoles se habian conquistado en Chi– le, servirían para fundar un Colegio de Misioneros chilenos, alli mismo, en las puertas del campo misional: reincidía as! en la mis-

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